jueves, 2 de agosto de 2012

Don Cornelio y la Luna

Don Cornelio Buenavista,
de los Buenavista de de Cornualles,
se metía en tantos sitios,
se colaba en tantos lares,
que no era sorpresa al ir paseando
encontrárselo saliendo de cualquier parte.

Si descubre una grieta en la montaña,
se mete corriendo a ver si cabe.
Si en el pueblo hay pelea,
se mete a ver quien cae.
Se cuela por cada ventana que ve,
y por cada puerta si no está echada la llave.
Cada vez que encuentra un pozo
se tira para ver si sale.

Pero en una de estas, una noche
escalando el pozo que hay en el valle,
desde dentro vio la Luna, toda llena,
tan luminosa, tan redonda, tan distante
y tan tan blanca como dulce dulce azúcar
que encontró en ella su gran romance.

Su deseo desde entonces fue alcanzarla,
(meterse ya de paso en algún cráter,)
y por su color lácteo, quesero, azucarado,
le intrigó descubrir a qué la Luna sabe.

Probó primero saltando,
tarea ardua, cansada y frustrante.
Luego trepando a los árboles,
subiéndose a sus ramajes.
Subió luego al viejo castillo
el lugar más alto de aquel paraje.
Subió a las murallas, subió a las almenas,
subió hasta la torre del homenaje,
y tratando desde allí alcanzar la Luna
se cayó al foso desde el almenaje.

Don Cornelio maldice a la gravedad,
la insulta con todas las palabras que se sabe,
y esta, indignada, decide olvidarse de él,
y don Cornelio hacia el firmamento cae.

Error de cálculos, pasa de largo la Luna.
La roza, se le resbala y la ve alejarse.
Siguió cayendo don Cornelio.
siguió cayendo hasta encontrarse
en un lugar todo rojo oscuro y ocre:
Había aterrizado en Marte.

Miró al cielo y vio la Luna.
Aún más lejana que antes, desafiante.
Pero no se hundió, no lloró.
Con su nuevo hogar supo conformarse...
y ya que estaba probó un bocado...
Nunca adivinaríais a qué sabe Marte.
La cara de Cornelio se iluminó...
¡¡Frambuesa y chocolate!!

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