miércoles, 13 de marzo de 2013

Tesoros en la sal

Una vez, un ángel que conocí me enseñó lo que podía esconderse en un puñado de sal. Canciones de marineros y sueños de peces. Desde ese día en aquel tejado quise ser buscadora de tesoros. No buscar oro y diamantes, sino lo que hay en su interior. En un anillo de oro encontré la ira de un volcán, en un colgante de diamante el guiño de ojo de un hada, en un queso encontré la fuerza para trabajar de un enano en las minas, y en un vaso de agua de una cascada, las lágrimas de las montañas y el nacimiento de una flor.


    GK
    —Para Kvothe, quien me enseñó a buscar, y para Auri, quien me enseñó a encontrar.



Este libro, su protagonista, me ha dado fuerzas para trabajar, esforzarme y luchar. Y eso lo considero uno de los mayores elogios que se pueden decir de una obra.

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